Wednesday, October 17, 2007

NUNCA SE PONER TÍTULOS

Si te tiras morirás mucho antes de tocar el suelo.
Esa fue la primera frase que Juan me dijo cuando nos conocimos. Yo miraba fijamente hacia el vacío, pero su voz logró persuadirme por un momento; levante la mirada y logré ver su cara relajada, con una leve sonrisa que transmitía confianza.
Me sequé las lágrimas y le dije que eso no me importaba y que incluso era mejor para mi ya que si sucedía antes, mejor. Cuando yo le estaba explicando mi parecer él sacó de su bolsillo una cajetilla de cigarros, tomo uno y se lo puso en los labios alzó la vista y me ofreció; baje de la cornisa y tímidamente saque uno; los encendimos y nos quedamos viendo hacia el horizonte.
¿Eres de acá; de esta ciudad? Me pregunto; yo asentí con la cabeza al tiempo que giraba la cabeza para ver mejor el perfil de su rostro, pero me molestaba el pelo en los ojos. Es terrible el viento a esta hora, le dije torpemente, para que no pensara que no quería conversar, el me miró y sonrió.
Pasamos un largo rato observando u atardecer diferente a los demás, sin decir una palabra, especialmente concentrados en fumar ese cigarrillo hasta sacarle el último sabor a culpa.
Ambos terminamos de fumar casi juntos, me pareció gracioso y cursi; pero no le dediqué una mayor reflexión al momento.
Toda esa incomodidad se vio quebrantada cuando de sorpresa giró y extendió su mano hacia la mía y con una voz ronca y extrañamente sexy me dijo: me llamo Juan Carlos Hernández; mientras balanceábamos nuestras manos de arriba abajo muy protocolares se acercó y me dijo suavemente al oído: y has tenido el gusto de conocerme- luego me besó rápido, como si lo hubiera hecho siempre, corrió con todas sus fuerzas y se lanzó a la libertad.